La pluma reposaba sobre la mesa, junto a las cuartillas, impolutas. Siempre había creído que la inspiración vendría cuando no quedara nada de todo lo demás.
Quizás estaba equivocado.
Ahí estaba yo, esperando vanamente el fluir del divino hálito de tinta.
Su olor todavía impregnaba las sábanas.
Clipclip
Quizás estaba equivocado.
Ahí estaba yo, esperando vanamente el fluir del divino hálito de tinta.
Su olor todavía impregnaba las sábanas.
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