El cielo se despertó plomizo y pesado aquella mañana de Agosto. Las nubes enmascaraban aquel azul pálido amenazando a tormenta. Mientras, el olor a salitre y un aire bochornoso que mecía las cortinas con tedio impregnaban aquel lugar.
El sonido del despertador y el aire viciado de la habitación me despertaron.
